
el hombre
«En años anteriores, en otros tiempos de viajero, mi brújula me ubicaba en las altas florestas del Amazonas, para pintar al cauchero, al buscador de fibras y orquídeas. En Manaos dispuse de una canoa y un año y medio para recorrer la zona lacustre y pintar el caserío flotante, los pescadores y lavanderas. Igual tarea realicé en Pernambuco, un mundo de redes y canoas. Y en Bahia me instalé en las barracas donde estaban las iniciadas del Candomblé. Recorrí el suburbio buscando mis modelos en niños tristes, vendedores de suertes, flores y juguetes, sumando ocho años de andanzas, viendo la diaria lucha de gente humilde. Fue una preparación de vida por demás rica en vivencias.»